El Mar Menor es un ecosistema frágil que ha cambiado mucho a lo largo de su historia debido a la intervención humana. Pero los hechos más importantes ocurrieron durante el siglo pasado, siglo XX. Uno de ellos ocurrió cuando empezó a urbanizarse de forma desmedida en los años 60 La Manga, merced a la Ley de Centros de Interés Turístico, y que ha seguido prolongándose hasta nuestros días prácticamente, de una forma desmesurada, y el otro hecho ocurrió cuando se empezó a dragar en 1973 el canal del Estacio ( zona norte de La Manga ) para el paso de barcos entre el mar Menor y el mar Mediterráneo. Ambos acontecimientos cambiaron definitivamente las condiciones físico-químicas de sus aguas y con ellas las características de su fauna y flora.
La Manga 1950
La Manga 1997
Las consecuencias han sido, por un lado el cambio producido en el hidrodinamismo de sus aguas con la consiguiente suavización de las temperaturas, sobretodo en la parte norte, y la bajada de las concentraciones de salinidad, hecho que ha producido su mediterranización, es decir que se parezcan sus condiciones físico-químicas a las del mar Mediterráneo. También el dragado de este canal cambió la composición sedimentaria de sus fondos debido al gran caudal de agua que entra desde del Mediterráneo y el arrastre de sedimentos hacia el mar Menor.
Y por otra parte, la urbanización tan descomunal alrededor de la laguna y sin ningún control, no sólo en La Manga, sino también en otros pueblos como Los Alcázares, ha provocado la eutrofización de sus aguas, es decir el aumento de nutrientes en suspensión, debido a que los colectores de aguas fecales de las zonas urbanizadas vertían sus residuos directamente a sus aguas, hecho que se veía complementado con la entrada de sedimentos orgánicos procedentes de los campos de cultivo tradicionales de alrededor y que son arrastrados hacia la laguna a través de las ramblas que vierten de forma natural en sus aguas.
Ambos hechos, la mediterranización y la eutrofización de la laguna, han provocado la entrada de especies invasoras procedentes del mar Mediterráneo que han logrado desplazar a algunas de las especies autóctonas que existían hasta entonces en sus aguas, llegando a desaparecer o a disminuir sus poblaciones de una forma drástica, como es el caso de las dos especies de caballito de mar (Hippocampus hippocampus y Hippocampus guttulatus), la medusa Aurelia aurita o la alga Acetabularia mediterranea, todas ellas perjudicadas por la entrada de nuevas especies foráneas o que eran ocasionales en el mar Menor, como las medusas Cotylorhiza tuberculata y Rhizostoma pulmo o la alga Caulerpa prolifera.
Caballito de mar (Hippocampus guttulatus)
Por si esto fuera poco, la desaparición de especies del Mar Menor también se ve amenazada debido a otros dos factores contaminantes principalmente. Por un lado la contaminación derivada del arrastre de sedimentos estériles desde las zonas mineras de alrededor, que aunque ya no estén en funcionamiento, han vertido directamente al Mar Menor desde tiempos históricos, lo que ha provocado que haya habido un aumento en la concentración de metales pesados en las desembocaduras de las ramblas desde las que se vertían, como es el caso de la rambla del Beal, entre los Urrutias y los Nietos, causando la muerte de gran número de individuos de muchas de las especies que pueblan el Mar Menor y con graves consecuencias también para los consumidores humanos, ya que los metales pesados no desaparecen en la cadena alimentaria y se van acumulando.
Por otro lado, en conjunto con el arrastre de sedimentos orgánicos, antes mencionado, que vierte a través de las ramblas que provienen de los campos de cultivo del Campo de Cartagena, llega a las aguas de la laguna una gran concentración de herbicidas y plaguicidas que la contaminan gravemente y que en más de una ocasión han provocado la muerte masiva de individuos de varias especies, sobre todo en la Rambla del Albujón, donde hace sólo cuatro años ( agosto de 2006 ), aparecieron gran cantidad de mújoles muertos debido al vertido de residuos tóxicos arrastrados desde los campos cultivo, tras unas lluvias torrenciales.
Rambla del Albujón
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